Generales Escuchar artículo

De acequias limpias y catedrales inconclusas

El domingo amaneció con lloviznas en las inmediaciones de la ciudad de Mendoza. Para una provincia caracterizada por ser casi un desierto, condiciones climáticas como esas resultan casi una bendi...

El domingo amaneció con lloviznas en las inmediaciones de la ciudad de Mendoza. Para una provincia caracterizada por ser casi un desierto, condiciones climáticas como esas resultan casi una bendición. Pero las tenues precipitaciones, que se extendieron a lo largo de casi toda la jornada electoral, no solo no fueron suficientes para alimentar las acequias, esos canales que bordean los cordones de las veredas y que permiten la subsistencia de los árboles en la región de Cuyo. Tampoco contribuyeron demasiado a incentivar a los mendocinos a concurrir a las urnas: los comicios del 24 de septiembre quedarán en la historia como aquellos con menor concurrencia en 40 años de historia democrática provincial.

Fue recién a partir del mediodía que, una vez mermado el frío y la humedad, los colegios dejaron de a poco de ser desiertos y las filas empezaron a formarse en las distintas mesas. Mendoza fue la última provincia en elegir a su gobernador anticipadamente, un mes antes de elecciones presidenciales que tendrán lugar el próximo 22 de octubre. La UCR se garantizó extender su hegemonía por 12 años, algo que solo había logrado el peronismo entre 1987 y 1999. Y Alfredo Cornejo se convirtió en el primer exmandatario en ser elegido para ocupar el sillón de San Martín, en un distrito cuya Constitución prohíbe la reelección consecutiva.

Pero la sociedad mendocina, tan protectora de su institucionalidad, no parece inquietarse por el protagonismo inédito que alcanzó uno de sus dirigentes. El ojo escrutador de la ciudadanía apunta a cuestiones más llana; observa lo que le sucede en su metro cuadrado. Este mes, además de gobernador y vice, se votaron a los intendentes de 11 departamentos. La fórmula para la victoria en esos territorios, según comentaron ciudadanos de a pie, no sería tan compleja: cuanto más limpias se mantengan las acequias, más chances tiene el oficialismo de turno de ganar, con independencia de su signo partidario. Con esa vara se mide una buena gestión.

A fin de cuentas, son los jefes comunales los que contribuyen a traccionar los votos a nivel provincial. El 70% del electorado se concentra en el Gran Mendoza, un mapa conformado por seis departamentos: Las Heras, Guaymallén, Maipú, Godoy Cruz, Luján de Cuyo y Capital, el municipio central donde se encuentra la mayor parte del casco histórico y que cuenta con apenas 80.000 habitantes. Todos los departamentos están integrados y forman parte de un mismo circuito, sin una circunvalación que divida el centro de la periferia, como es la Avenida General Paz en el caso de la ciudad de Buenos Aires. Alguien que vive en Guaymallén puede trabajar en Capital, pero por la noche ir por una copa de vino a Maipú, en un recorrido que no le llevaría más de 20 minutos en auto.

Esa geografía mendocina está marcada por un acontecimiento traumático: el terremoto del 20 de marzo de 1861. Aquel sismo de 7,5 en la escala de Richter, que según datos oficiales tuvo como saldo entre 5000 y 10.000 muertos y más de 2000 viviendas reducidas a escombros, borró del mapa a la ciudad fundada en 1561 y obligó a las autoridades a confeccionar de cero un nuevo tejido urbano. El punto elegido para hacerlo fueron los terrenos fiscales situados en la por entonces Hacienda de San Nicolás, a un kilómetro al sudoeste de donde había ocurrido el desastre. La ciudad comenzó a desarrollarse alrededor de la Plaza Independencia y se planearon calles más anchas, con cinco grandes plazas para facilitar la evacuación en caso de un nuevo terremoto.

Se cree que la mayor cantidad de fallecimientos se produjo en las iglesias, debido a que el cataclismo se dio en pleno miércoles de Cenizas, pero es un dato que está en discusión entre los historiadores: para muchos autores ese año la fiesta cayó el 13 de marzo. Sin embargo, sí es cierto que una de las edificaciones históricas que se desmoronaron en aquella fatídica jornada fue la Parroquia Nuestra Señora de Loreto. El templo, que había sido construido en 1665, fue puesto nuevamente en pie más de una década después del terremoto, frente a la actual Plaza Sarmiento, y designado en forma interina como Catedral de Mendoza en 1934. El objetivo era levantar otra, definitiva, en los terrenos del Parque Central, una obra que, a casi un siglo de ser anunciada, todavía no arrancó.

Es que el tamaño de la Catedral, de estilo barroco romano, no es considerado el adecuado para una población como la de la ciudad de Mendoza. El edificio solamente puede albergar a 500 fieles, cuando el Gran Mendoza cuenta con alrededor de un millón de habitantes. Sin embargo, no faltan quienes ven en esa suerte de carencia una metáfora de la alternancia tan tradicional de la política mendocina: con un espacio tan reducido, en momentos de festividades, la rotación no solo se vuelve constante, sino también necesaria.

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/politica/de-acequias-limpias-y-catedrales-inconclusas-nid01102023/

Comentarios
Volver arriba