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De 1873. El club que nació del deseo de un prócer, donde solo se hablaba inglés y fue pionero en abrir sus puertas al “bello sexo”

La primera regata “formal” de la Argentina, con inscripción y reglamento, se disputó el 8 de diciembre de 1873, en el río Luján. Hubo bandas de música y las embarcaciones amarradas en los ...

La primera regata “formal” de la Argentina, con inscripción y reglamento, se disputó el 8 de diciembre de 1873, en el río Luján. Hubo bandas de música y las embarcaciones amarradas en los márgenes de la pista fueron embanderadas para la ocasión. Un verdadero espectáculo. La convocatoria fue lanzada por Lionel Sackville-West, ministro plenipotenciario británico en el país y remero entusiasta. Prácticamente todos los competidores fueron ingleses.

La regata incluyó carreras entre botes simples, de parejas, de cuartetos y canoas, entre otras especialidades. La línea de llegada fue trazada cerca del vapor Edward Everett, que se encontraba fondeado en las proximidades del Tigre Hotel, que cumplía doble función: tribuna de gala y comedor para los invitados. ¿El menú del día? Paté, trufas, jamón de Maguncia, pavos y pollos al espiedo, surtido de sándwiches, tortas, cremas, turrones y helado.

El presidente Domingo Faustino Sarmiento llegó navegando, desde su isla, en una pequeña embarcación de vela. Estuvo acompañado por edecanes y el ministro de Relaciones Exteriores, Carlos Tejedor. Participó del brindis final y brindó un discurso inspirador:

“Señoras y señores, me he deleitado con esta fiesta mucho más de lo que puedan suponer ustedes. Con mucho gusto he venido a presenciar la inauguración de esta nueva forma de diversión en el país (...) Ojalá lograse entrar en la juventud argentina la imitación de este ejemplo para injertar en nuestra naturaleza un amor por el elemento glorioso que ha hecho de nuestro país lo que es y que es padre del comercio, riqueza y prosperidad”.

No es casualidad: ocho días después, el martes 16 de diciembre de 1873, 80 ingleses se reunieron en el café Gymnasium, ubicado en la calle Florida, entre Corrientes y Cuyo (hoy Sarmiento), para fundar el Buenos Aires Rowing Club, decano de los clubes náuticos del país. Todo quedó asentado en el libro de actas, en perfecto inglés: Lionel Sackville West fue nombrado presidente de la Comisión Directiva, mientras que como vicepresidente resultó elegido su compatriota, el cónsul británico Ronald Bridgett.

Inglés, pantalones largos y “el bello sexo”

Desde un principio, Buenos Aires Rowing Club estuvo abierto a todos los amantes del remo. Pero como la mayoría de sus socios eran ingleses o descendientes directos de inmigrantes anglosajones (que se habían radicado en el país para trabajar en el ferrocarril, o desarrollar el comercio y la industria) en las reuniones se hablaba en inglés. Los encuentros se celebraban en el Prince Georges’s Hall, en el antiguo Teatro Colón y en el Teatro Nacional.

En 1884, la Comisión Directiva enfrentó el primer gran dilema: una parte de sus socios propuso limitar el ingreso y admitir sólo a aquellos que hablasen en inglés. Luego de un largo cabildeo, llegaron a una resolución que plasmaron en un acta de Asamblea... ¡escrita en inglés! Por decisión de la mayoría, los socios rechazaron la propuesta y mantuvieron su política de “puertas abiertas”. Fundaron su determinación en una cuestión de “gratitud” a su patria adoptiva.

Algunos miembros, disconformes con la decisión, pegaron el portazo y crearon el Tigre Boat Club (TBC), exclusivo para remeros británicos. Al mismo tiempo, numerosas familias porteñas ingresaron al Rowing y se resolvió que, en adelante, se comenzarían a redactar las actas de las asambleas en español.

En 1887, finalmente, Buenos Aires Rowing Club tuvo su primer presidente argentino: Virgilio Mariano Tedín. Desde ese entonces, con excepción de Roberto Ramsay, de nacionalidad inglesa, sus presidentes han sido argentinos.

Superado el problema del idioma, se sucedió un nuevo debate: ¿debía el Buenos Aires Rowing Club permitir el ingreso de mujeres? En la época, la mayoría de los clubes eran exclusivos para caballeros... La discusión duró un suspiro y la resolución quedó reflejada en una nueva Acta de Asamblea “Al Club le sería muy grato hacer cualquier arreglo que pudiera facilitar la presencia del bello sexo, ya sea como participantes activos o pasivos del placer del remo”, decía. Por las dudas, unas líneas más abajo, establecía la prohibición de ingresar a los botes con tacos.

En aquellos años fundacionales se debatía todo. La vestimenta no fue una cuestión menor. En un principio, los socios resolvieron usar trajes de baño completos, con pantalones largos. Luego ese medida se suavizó y se permitió el uso de los pantalones cortos con medias largas. Además, aclaraba que estaba prohibido bañarse desnudo en el río “a fin de evitar espectáculos indecorosos a las señoras y señoritas que pasean a tales horas”.

Del Riachuelo a Tigre

En los comienzos, el Buenos Aires Rowing Club se instaló en la zona sur, cerca de La Boca, a la vera del Riachuelo. Leonardo Pereyra, que fue un gran propulsor de la ganadería del país e introdujo la raza Hereford, prestó a la institución unos terrenos que no utilizaba para que se construyera la “casa de botes”. Por la fiebre amarilla, muchas familias de la clase alta porteña habían abandonado la zona.

Tres años después de su creación, el club constituyó una nueva sede en Tigre. La actividad del club se dividió: los entrenamientos se realizaban en el Riachuelo, que aún mantenía sus aguas limpias, mientras que las regatas se corrían en el Tigre.

Cuando las tierras de La Boca fueron devueltas a Pereyra, la “sede sur” se mudó a una plataforma flotante: la chata a vapor General Alvear. La embarcación, cedida por la Marina, había sido construida en Inglaterra, tenía 48 metros de eslora e integraba la Escuadrilla del río Pilcomayo. Para los miembros del club, aquella nave tenía un gran valor simbólico ya que, años atrás, había sido la encargada de traer desde Asunción los restos del expresidente Sarmiento.

En 1901 la chata comenzó a tener problemas de flotabilidad y la sede se mudó a otro paraje, sobre la orilla del Riachuelo. Finalmente, en 1911, se resolvió unificar todas las actividades en Tigre.

La flota de botes de madera más importante del país

El crecimiento del club fue exponencial. Al poco tiempo de su creación contaba con más de 160 socios y seis botes. A su vez, se encargaron a Inglaterra embarcaciones más pesadas para satisfacer los gustos aquellos miembros que no estaban acostumbrados a remar en botes livianos. Hoy, aquellas embarcaciones se conservan como un tesoro, son parte de su identidad. El club tiene más de 130 embarcaciones de cedro y constituyen la flota de botes de madera más importante del país. Son las preferidas de los socios más antiguos.

“Los botes llevan una gran tarea de mantenimiento y reparación. Es un oficio que no se enseña en una escuela, se aprende trabajando. Es una tarea artesanal“, dice Alejandro Di Giovanni, el carpintero que trabaja en el club desde hace casi de 40 años.

“El remo es el alma del club”, señala Félix Fernández Madero, presidente del Rowing, descendiente de Eduardo Madero un antiguo presidente del club, entre 1898 y 1915. Entre los logros deportivos más representativos del Rowing se encuentra el primer premio de la regata de Henley, Inglaterra (Henley Royal Regatta Double Sculls). En 1946, las princesas Elizabeth (quien luego sería Isabel II, Reina de Inglaterra) y Margaret Rose Windsor fueron las que entregaron el trofeo a los remeros Rafael Panelo y Ergasto Chaufen, la primera representación argentina triunfó en aguas europeas. A nivel nacional, el club ganó ocho campeonatos argentinos.

“Correr una regata es un esfuerzo muy grande. El 60 por ciento de la fuerza sale de las piernas, el resto de la parte de arriba del cuerpo. Son dos mil metros en los que sentís que las piernas te explotan, que no te entra el aire, pero al remero le gusta esa sensación de esfuerzo y de haberlo hecho en equipo porque las palas tienen que entrar al mismo tiempo, los cuerpos tienen que moverse igual... tiene mucha técnica que se puede mejorar todo el tiempo. Son 40 remadas por minuto y siempre decimos: ‘gana el que más ganas de ganar tiene’”, agrega Javier de la Vega, Capitán de Remo del Rowing.

“Las costumbres y el entorno cambian, los valores no”

Para el presidente, “la época de oro del club coincide con la épica dorada de la Argentina, desde principios de siglo pasado hasta 1930″. Aunque hoy sus miembros oscilan entre 700 y 1000 socios, considerando a los vitalicios, cuenta que hubo tiempo en el que llegaron a tener más de 3000.

“Hoy, a diferencia de antes, es muy poca la gente que se queda todo el día en club. Reman y se van. Antes venías con tus hijos, la canasta con la tarta y pasabas el día”, explica Enrique Schoo, vicepresidente del club. Y añade: “Sin embargo, mis hijos, que ya son grandes y vienen poco al club, si les dejo de pagar la cuota del club me matan. Ellos no quieren venir de invitados al club porque se sienten parte de él por todo lo que vivieron en su infancia”.

“Cambian las costumbres y también el entorno. Antes no había barrios cerrados y cuando nosotros éramos chicos, muy pocas casas tenían piletas.... venir al club era un plan familiar donde también te encontrabas con amigos. Eso hoy perdió vigencia, pero bueno la sociedad va cambiando y nosotros tratamos de aggiornarnos”, dice Fernández Madero. En el afán de mantenerse vigente, en el último tiempo el club hizo un convenio con una cadena de gimnasios para que los miembros del Rowing puedan acceder a otras actividades y la piscina climatizada. Actualmente, la cuota del club ronda los 18.000 pesos.

-Es cierto que muchas cosas cambiaron, en la país y en sociedad, sin embargo el club perdura, ¿qué fue los que les permitió seguir?

Fernández Madero: -Los valores que están asociados al deporte como el espíritu de equipo y el sacrificio. Sumado al cuidado de las cosas y de la naturaleza. Eso nos distingue y hace que los otros clubes valoren. Decir Buenos Aires Rowing Club es sinónimo de prestigio. Está envuelto en una mítica que hace que para los demás seamos un ejemplo y nosotros nos encargamos de serlo.

La sede de Tigre, construida por el arquitecto inglés radicado en el país Robert Harrison Lomax. Luego, hubo algunas remodelaciones pero la más significativa fue en 1921, bajo la dirección del arquitecto Miguel Madero. Las nuevas instalaciones conforman los 3000 m2 que posee en la actualidad.

La isla Rufino de Elizalde, en el río Sarmiento, también es propiedad del club y es un lugar de encuentro de los socios y sus familias.

El origen del remo

Es una practica milenaria. Desde el Antiguo Egipto existen embarcaciones movidas por remos. Sin embargo, se considera que nació oficialmente como deporte a comienzos del siglo XVIII, en Inglaterra, en las aguas del rio Támesis. Su iniciador habría sido un irlandés, Thomas Dogget. En 1856, se llevó a cabo la Regata Cambridge-Oxford, una las competiciones de remo más famosas, que persiste en la actualidad y que se celebra cada primavera. Aunque surgió como una actividad reservada a la nobleza de británica, luego se extendió a otros países europeos. En 1892 se creó en Italia la Federación Internacional de Sociedades de Remo (FISA) encargada de regular las normas y competiciones entre las federaciones de remo de Europa. De esta forma, el remo se convirtió en el primer deporte con federación internacional. Y en el siglo XIX, llegó a América.

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/lifestyle/de-1873-el-club-que-nacio-del-deseo-de-un-procer-donde-solo-se-hablaba-ingles-y-fue-pionero-en-abrir-nid06062023/

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