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Cuántas especies de aves hay en CABA y cuáles son los seis mejores lugares para hacer avistaje

Todos los días, Eduardo Haene espera una visita que se asoma por la ventana. Como si fuese una pelotita de ping-pong, la asidua visitante de su jardín en Parque Chas, se pasea por el follaje, ins...

Todos los días, Eduardo Haene espera una visita que se asoma por la ventana. Como si fuese una pelotita de ping-pong, la asidua visitante de su jardín en Parque Chas, se pasea por el follaje, inspeccionando los rincones en búsqueda de su alimento diario: insectos. Eduardo, un experimentado conocedor del mundo de las aves argentinas, investigador y docente de la Universidad de Belgrano, no espera encontrarse con una excéntrica especie nunca vista, sino que se deleita con la presencia cotidiana de la pequeña “ratona”, un ejemplar bastante común. “Generamos así relaciones que te permiten replantear el significado de una mascota: ella vive en libertad, viene cuando quiere y acepta gustosa el lugar tupido, variado y sin venenos”, dice, orgulloso.

A pesar de las toneladas y toneladas de cemento que recayeron sobre esta geografía, en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA) todavía es posible hacer avistaje de aves y de muy alta densidad. Es, sin duda, una gran oportunidad para reconectar con la naturaleza y bajar un cambio para contemplar el ambiente y sus interacciones que corren por un carril separado a la intervención humana, como un universo paralelo.

Según la base de datos colectiva online, eBird, en los últimos 50 años, en CABA se registraron 359 especies autóctonas y 21 especies exóticas. Haene aporta que “se han registrado unas 170 especies de aves silvestres de presencia regular”. Un número que se expande al considerar aquellas vistas esporádicamente, accidentales y raras. “Nosotros incorporamos a todos los avistajes”, aclara Jorge Simón Tagtachian, Coordinador del Club de Observadores de Aves (COA) de la Reserva Ecológica Costanera Sur.

Justamente esta reserva es el sitio clave para comenzar a adentrarse en este fascinante mundo. En base a los estudios realizados en el proyecto de biocorredores urbanos desde la Universidad de Belgrano, que dirige Haene, comprobaron que la Reserva Ecológica Costanera Sur “tiene una diversidad ornitológica similar a áreas protegidas diez veces más grandes de la región”. Según eBird, aquí se avistaron 347 especies autóctonas y 14 especies exóticas. Tagtachian aporta que, a partir del trabajo del COA, en los últimos 10 años, detectaron 299 especies y, en lo que va del año 2023, 215 especies.

Los mejores sitios para hacer avistaje

Las reservas naturales urbanas, donde reina la vida silvestre originaria, son los sitios ideales donde encontrar mayor número de aves silvestres. En CABA, según los especialistas, se distinguen también las Reservas Ecológicas Costanera Norte-Ciudad Universitaria y el Lago Lugano, los predios de las Facultades de Agronomía y Veterinaria, y los parques 3 de Febrero y Sarmiento. Tagtachian asegura que en Ciudad Universitaria es “posible ver especies que no se ven en otro sitio de la Ciudad, por la cercanía del río”. “Y en Lugano se pueden ver patos, macá plateados, que hacía 20 años no se veían”, celebra.

Las especies más comunes de ver en Buenos Aires son las aves granívoras. “Son abundantes, en particular tres especies: picazuró (Patagioenas picazuro), torcaza (Zenaida auriculata) y paloma doméstica (Columba livia)”, señala Haene. “La picazuró es la más robusta, la observamos caminar parsimoniosamente por parques y veredas. La torcaza suele formar bandadas y tiene ciclos favorables en los cuales aumenta su población local. La doméstica es la típica de las plazas, un ave originaria del Viejo Mundo”, agrega.

¿De qué se ha perdido CABA con la urbanización in extremis? “No se han contemplado reservas naturales donde mantener los hábitats de la avifauna del pastizal pampeano, justamente el ambiente emblemático de la región”, explica Haene. El ñandú fue seguramente uno de los primeros en desaparecer. “Las perdices sudamericanas o inambúes sobrevivieron hasta el siglo XIX en los campos de lo que hoy es la Capital Federal, incluso se vendían recién cazadas en la zona”, cuenta.

Especies que se recuperaron

La restauración del hábitat natural es un paso indispensable para lograr que las especies autóctonas regresen, valga la redundancia, a su lugar de origen, de donde nunca se tendrían que haber ido. La buena noticia, apunta Haene, es que salvo el ñandú, la mayor parte de las aves de la región tienen potencial de volver a instalarse en los sitios donde se ofrezca un hábitat en buen estado de conservación.

La experiencia más notable se vivió durante los primeros años de la década de 2010 cuando se instrumentó la restauración del sistema de lagunas de Costanera Sur. La pérdida de los espejos de agua motivó la desaparición de un tercio de la avifauna de la reserva, la que frecuenta ambientes acuáticos. Hacia 2013 se logró profundizar el nivel del suelo de los bajos e instalar un sistema de provisión de agua del río que permitió la restauración de la laguna de los Coipos. “Fue fabuloso comprobar cómo en pocas semanas había regresado el elenco completo de la avifauna acuática”, dice.

Una de las estrellas de esta recuperación es sin lugar a dudas la pava de monte, que habita la selva ribereña, cuya recuperación se encuentra en etapa de “ensayo”. La Reserva se constituirá así en una fuente de estas aves magníficas para facilitar el repoblamiento de la costa platense a través de un biocorredor de sitios restaurados.

Otro de los casos de éxito se registró en el Parque Sarmiento, donde el Club de Observadores logró conservar las últimas parejas reproductivas de la zona de lechucita de las vizcacheras. Y estudiantes y docentes de la Facultad de Veterinaria han creado dos reservas universitarias de bosques de tala con la colaboración del club de observadores de aves del barrio. Estos bosques se caracterizan por contar con un elenco fiel de pájaros.

“Buenos Aires ha perdido casi todos sus humedales”, se lamenta Haene. El dato no es menor: la avifauna acuática representa un tercio del elenco local. “La meta es recuperar el esplendor de las lagunas pampeanas dentro de un biocorredor urbano. Sería posible colocar anillos de colores en las patas de los pichones y hacer seguimiento de cada ejemplar. Resultaría un motivo maravilloso para salir al aire libre para individualizar patos y garzas”, completa.

Cómo iniciarse en el camino del avistaje

Si llegaste hasta acá es porque el pajarito logró picotear de una curiosidad latente. Además de representar una posibilidad de conocer qué hay (y hubo) debajo del cemento porteño, adentrarse en este universo es una oportunidad para trabajar y concientizar sobre la importancia de la conservación de ambientes. “En cualquier lugar podés ver aves”, avisa Tagtachian. Sólo es cuestión de levantar la vista y mirar. Dejar un ratito la pantalla para incorporar la realidad que circula y vibra, independiente, a nuestro alrededor.

Haene agrega que es “posible disfrutar de las aves silvestres tanto en salidas cortas a las reservas y parques urbanos como en los jardines hogareños”. Para esto último, resulta clave sumar plantas nativas que les brindan refugio y alimento, como arbustos y arbolitos de frutos carnosos, coloridos, del tamaño de una arveja: son los predilectos de muchos pájaros coloridos como el zorzal, benteveo, celestino, entre otros.

“En una visita de cuatro horas a la Reserva Ecológica se pueden detectar entre 40 y 60 especies, aproximadamente”, señala Tagtachian. Y si querés más, hay más: “En una visita de diez horas, entre 60 y 95 especies”. Octubre es el mes predilecto para empezar: es la época del año en que más ejemplares abrevan en este lugar de la ciudad. “Todos los que quieran avistar aves son bienvenidos. Nos encontramos todos los sábados a las 8:00 am, en el acceso Viamonte de la RECS (acceso norte). Toda la información oficial del Club de Observadores de la RECS se encuentra en www.coarecs.com.ar”, informa.

Desafíos y propuestas

“Tenemos que comprender que la biodiversidad urbana es una decisión de sus habitantes”, interpela Haene. “Podemos aumentar la diversidad y, más que nada, abundancia de aves silvestres en los barrios”, se entusiasma. Los biocorredores que su equipo promueve desde la Universidad de Belgrano son como un archipiélago de naturaleza en la ciudad. Incluyen tanto la restauración de las reservas urbanas, como el armado de jardines particulares con plantas nativas. “Lo maravilloso es que tenemos la iniciativa en nuestras manos de ofrecer un hábitat favorable para las aves en nuestros jardines, balcones y terrazas. ¡Funciona y es entretenido!”, dice.

La Ciudad de Buenos Aires es el único territorio totalmente urbanizado de la Argentina. Eso representa un verdadero desafío para quienes pretenden desvestir un poco del cemento de la ciudad. Haene habla de la necesidad de ser “creativos”: “Las aves silvestres son fabulosos indicadores ambientales porque nos permiten medir el estado de la naturaleza”.

Por eso, más allá de la belleza de ciertos ejemplares, del regalo que significan para encontrar un poco de paz en medio del caos citadino, el desafío aquí es recuperar “los elencos típicos de aves de cada ecorregión local: pastizal pampeano, bosque de tala y montes ribereños”. Y hay con qué. Desde la esfera gubernamental, se creó una Dirección General Restauración Ecológica y Recomposición Ambiental; las universidades suman el marco teórico y una mirada académica; la Red de Viveros de Plantas Nativas junto a los viveros oficiales pueden proveer las cantidades necesarias de vegetales para reconstruir los ambientes; y los clubes de observadores, como el que coordina Tagtachian, aportan naturalistas calificados para realizar el monitoreo ornitológico.

En un mundo tomado casi por completo por la tecnología, estas experiencias permiten dimensionar el potencial que tienen las aves silvestres para mejorar el bienestar humano. Y el trabajo de todas estas personas enamoradas de la naturaleza tiene una gran recompensa: la posibilidad de disfrutar de las aves silvestres sin salir de la ciudad.

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/revista-lugares/cuantas-especies-de-aves-hay-en-caba-y-cuales-son-los-seis-mejores-lugares-para-hacer-avistaje-nid08102023/

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