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Crímenes y menores. El caso de los adolescentes de 14 y 17 años que quemaron y mataron a un chico por odio y placer

Cuando el forense revisó el cadáver de Nicolás Alexander Cernadas, advirtió que el chico, de 13 años, tenía más de la mitad de su cuerpo quemado. Su tráquea quedó calcinada porque el menor...

Cuando el forense revisó el cadáver de Nicolás Alexander Cernadas, advirtió que el chico, de 13 años, tenía más de la mitad de su cuerpo quemado. Su tráquea quedó calcinada porque el menor respiró aire a altísimas temperaturas. Según determinó el médico que firmó el informe de la autopsia, murió por un “paro cardiorrespiratorio traumático, provocado por lesión alveolar difusa causada por la exposición a una fuente de energía calórica”.

Con este informe, la Justicia fundó la existencia del agravante de matar por placer al procesar a los dos menores detenidos por el homicidio de Nicolás. A partir de los primeros indicios obtenidos por los investigadores, los homicidas habrían planeado el crimen porque le tenían “bronca y odio” a la víctima, a la que conocían del barrio, y que filmaron el ataque por “diversión”. Es decir: mataron por matar, por odio y por placer.

Nicolás fue asesinado el 12 de octubre pasado. Su cuerpo quemado fue hallado en el descampado situado en Gavilán y Ancaste, en la localidad de Mariano Acosta, en el partido de Merlo. La Justicia apresó a dos menores, uno de 17 años y otro, de 14, a los que acusó como presuntos autores del homicidio.

Actualmente, ambos sospechosos siguen presos. En el caso del acusado, de 17 años, es un menor punible para la ley. En los próximos días, la fiscalía pedirá que sea sometido a juicio oral. A pedido del Ministerio Público, el juzgado de Garantías del Fuero de Responsabilidad Penal Juvenil de Morón le dictó la prisión preventiva y está alojado en un Instituto de Menores que depende del Organismo Provincial de la Niñez y Adolescencia.

En caso de ser condenado, la pena se le aplicará cuando sea mayor de edad y cumplirá la condena en una cárcel común, pero con presos de su edad. El máximo de la pena que puede recibir por la gravedad del delito es de 15 años de prisión, la mitad de lo que le hubiera correspondido a un mayor sentenciado por la misma calificación penal.

La situación del menor, de 14 años, es distinta. Para la ley es no punible, así que no puede ser sometido a un juicio oral, ni condenado. Actualmente, está preso en un Instituto de Menores, con una medida de seguridad que le impuso el juez del Fuero de Responsabilidad Penal Juvenil que interviene en el caso, al principio del proceso.

Pero esa medida de seguridad, que podría aplicarse hasta que cumpla 18 años, cesaría en los próximos meses. Hace noventa días, el menor no punible dejó de estar bajo la tutela del juez de Responsabilidad Penal Juvenil y pasó a estar disposición a de un juez de Familia.

El nuevo magistrado que instruye el proceso contra el chico, de 14 años, ordenó una serie de estudios psicológicos y psiquiátricos. Esos estudios habrían establecido que el adolescente acusado de matar por placer a Nicolás, de 13 años, no tiene problemas de adicción a las drogas ni patologías psiquiátricas.

A partir de estas conclusiones, el juez de Familia deberá determinar si renueva la medida de seguridad sobre el menor o dispone la externación del centro de detención y lo manda a un hogar de abrigo.

Debido a un planteo de su madre que no lo quiere en su casa, el juez de Familia deberá buscar un hogar sustituto que acepte recibir al adolescente acusado de homicidio. No obstante, no le quedarán antecedentes penales.

La hora del horror

Nicolás estaba bajo tutela judicial, debido a que sus padres lo obligaban a mendigar desde que tenía 8 años. Vivía con sus tíos y la abuela de un compañero de colegio. Así pasaba sus días en ese contexto, de falta de contención familiar y fragilidad afectiva.

Según las pruebas incorporadas al expediente, se determinó que ambos jóvenes mataron a Nicolás porque les divertía verlo sufrir y causarle daño. Además, los investigadores establecieron que los menores asesinos filmaron la agresión previa a la que sometieron a Nicolás, que derivó en el homicidio.

Debido a que carecía de un lugar fijo de residencia, nadie advirtió que la víctima había desaparecido hacía tres días. Ni sus tíos ni la abuela de su compañero de colegio realizaron la denuncia por averiguación de paradero. Su ausencia fue advertida en el barrio Parque San Martín, de Merlo, cuando comenzó a circular el rumor de que dos menores habían asesinado a un chico al que siempre hostigaban.

Entonces, los vecinos que conocían esa situación de agresividad permanente contra el chico de 13 años, abonaron la presunción de que la víctima podría ser Nicolás. Al mismo tiempo, los investigadores policiales y judiciales comenzaron a buscar alguna pista en las redes sociales.

Así fue que los responsables de la pesquisa comprobaron la existencia de conversaciones entre los acusados en una red social, lograron identificar a los agresores y encontraron elementos que los vinculaban con el asesinato de Nicolás.

“¡Gatooo. Mirá! Ya, ya. Lo encontraron en la zona donde lo dejamos”, le escribió al día siguiente del homicidio, el acusado de 14 años a su cómplice, al pie de una captura de pantalla con la imagen de un canal de noticias en el que se informaba sobre el hallazgo del cuerpo calcinado de la víctima.

“Por los audios que pudimos escuchar y por los textos que se escribían los autores, lo hicieron para divertirse y porque también le tenían bronca”, explicó uno de los investigadores.

Al escuchar los mensajes de audio hallados en la cuenta de Instagram que quedó abierta en el celular del menor detenido –que entregó su aparato–, los investigadores determinaron que los agresores habían filmado el ataque y asesinato de Nicolás.

En esos mensajes se referían a cómo lo habían empujado al fuego, al sufrimiento que le causaban a la víctima y cómo se divertían con eso. Los investigadores interpretan que la filmación del asesinato estaría en el celular del adolescente, de 17 años procesado.

La autopsia determinó que Nicolás Cernadas tenía más de la mitad de su cuerpo quemado. Su tráquea quedó calcinada porque el chico respiró aire a altísimas temperaturas.

Esa conclusión tiene su correlato con la escena del crimen. El cuerpo de Nicolás fue hallado por un vecino en un descampado situado en Ancaste y Gavilán, de Mariano Acosta. Vestía un pantalón deportivo negro, zapatillas blancas y una remera. Menos las zapatillas, el resto de las prendas y su cuerpo estaban parcialmente quemados.

A cuatro metros del cadáver, los peritos de la Policía Científica encontraron un pozo de diez centímetros de profundidad con cenizas y un tronco casi consumido por el fuego. Las quemaduras en el cadáver y la causa de la muerte de Nicolás serían compatibles con la exposición a las llamas en ese pozo.

“Allí lo empujaron; allí lo quemaron. Lo filmaron mientras se retorcía del dolor y allí lo abandonaron”, concluyó, conmovido, uno de los investigadores policiales.

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/seguridad/crimenes-y-menores-el-caso-de-los-adolescentes-de-14-y-17-anos-que-quemaron-y-mataron-a-un-chico-por-nid05072023/

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