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¿Cómo afrontar los duelos? “La medicación no anestesia el proceso, sino que permite atravesarlo de manera dinámica sin quedarse estancado”

Cuando Sol Rivera tenía apenas 13 años su papá falleció de un cáncer de pulmón en lo que claramente significó un antes y un después en su vida. En ese momento, recuerda, estaba shockeada, t...

Cuando Sol Rivera tenía apenas 13 años su papá falleció de un cáncer de pulmón en lo que claramente significó un antes y un después en su vida. En ese momento, recuerda, estaba shockeada, triste y enojada con el mundo y no podía entender cómo todos los chicos de su edad podían disfrutar de su papá y ella no. “Le decía a mi mamá que no quería cumplir los 15 porque no iba a poder entrar con mi papá del brazo a la fiesta, se interrumpió el sentido de todo para mí”.

Sol fue transitando el duelo muy de a poco, sobre todo estando acompañada por su familia y por una red de amigos que fue lo que más la sostuvo. Y al tiempo, comenzó terapia para poder resignificar su pérdida, entender todo lo que pasaba por su cabeza y, como ella recalca, amigarse con su historia y con lo que le tocó afrontar.

“Yo creo que me di cuenta que había atravesado el duelo de mi papá cuando pude empezar a recordarlo con alegría y no sólo desde la tristeza, cuando sus recuerdos dejaron de ser un ´puñal´ y se volvieron un tesoro hermoso que llevo conmigo y al cual puedo volver siempre”, dice.

A raíz de lo que debió atravesar siendo adolescente, no es casual que unos años más tarde Sol se transformara en la licenciada Sol Rivera, Psicóloga y Coach Ontológico y Diplomada en Psicología Sistémica (ESA). Más allá que desde chica ya se mostraba dispuesta y al servicio de los demás para que encuentren su bienestar integral, a partir de su formación comenzó a contar con muchísimas herramientas para acompañar y sostener a sus pacientes, especialmente a los que afrontan situaciones de pérdidas. Claro, más allá de los libros, los cursos y los posgrados Sol contaba con su propia experiencia de vida para ayudar en los momentos más duros.

En su libro “Yo Soy Así”, describe las etapas del duelo, cómo debemos enfrentarlo y con qué recursos contamos para salir adelante. “Es posible volver a sonreír ante una pérdida de este tipo”, afirma.

¿Cuáles son las diferentes etapas y/o sentimientos por las que atravesamos durante el duelo?

La mayoría de los autores coinciden en que el duelo como proceso consta de cinco etapas, cada una con su función específica:

1-Etapa de la negación: en la que el shock inicial no nos deja entender lo que ha ocurrido. Todavía mi cerebro no puede comprender que esa persona ya no está más.

2-Etapa de la ira: en esta fase son característicos los sentimientos de rabia y resentimiento, así como la búsqueda de responsables o culpables. La ira aparece ante la frustración de que la muerte es irreversible y de que no hay solución posible más que aceptarla.

3-Etapa de la negociación (también llamada de autorreproches): en esta fase las personas fantasean con la idea de que se puede revertir o cambiar el hecho de la muerte. Es común preguntarse ¿qué hubiera pasado si...? o pensar en estrategias que hubieran evitado el resultado final, como ¿y si hubiera hecho esto o lo otro?

4-Etapa de la depresión: la tristeza profunda y la sensación de vacío son características de esta fase, cuyo nombre no se refiere a una depresión clínica, como un problema de salud mental, sino a un conjunto de emociones vinculadas a la tristeza natural ante la pérdida de un ser querido.

5-Etapa de la aceptación: aprendemos a convivir con el dolor de la perdida, comprendiendo que nuestro ser querido ya no está. Recuperamos la capacidad de experimentar alegría y placer y sobre todo de continuar proyectando nuestra vida.

¿Hay un estimativo aproximado de cuánto puede durar el duelo? ¿De qué depende?

No existen tiempos específicos, y eso dependerá de cada subjetividad, del vínculo que uno tenía con la persona que perdió, la cantidad de tiempo compartido, y el proceso personal de cada uno. También dependerá de si pedimos ayuda o no en dicho momento, tanto terapéutica como en nuestra red de vínculos.

Es importante aclarar que el primer año se considera un tiempo fundamental en la elaboración del duelo porque son todas las primeras fechas significativas como los cumpleaños, aniversarios o festividades, que se atraviesan sin esa persona.

¿Es conveniente anestesiar el duelo a través de la toma de medicamentos recetados por un psiquiatra?

Si bien muchas veces es posible atravesar un duelo sin medicación, en determinadas situaciones la medicación es necesaria para estabilizar emocionalmente a la persona y que de esta manera pueda atravesar el duelo. La medicación cuando es necesaria, no anestesia el proceso del duelo, todo lo contrario: permite que la persona pueda atravesarlo de manera dinámica, sin quedar estancado. Siempre recomiendo la consulta, y el trabajo interdisciplinario entre la psicología y la psiquiatría para tener en cuenta cado caso en particular.

¿Qué recursos o herramientas que te sirvieron a vos para superar la muerte de tu papá utilizás con tus pacientes?

A mí en lo personal me sirvió mucho poder validar mis emociones, entender que estaba bien estar triste porque había perdido a alguien tan importante para mí, como lo era mi papá. Y eso me ayudo a expresarlo, a poder contarlo y pedir ayuda.

Trabajo mucho con los pacientes para que puedan entenderlo como un proceso en el que es necesario darle tiempo. Siempre pongo el ejemplo de una herida en el cuerpo: lleva su tiempo cicatrizarla, y lo más importante es que la cuidemos, la “mimemos”. Si queremos arrancar la “cascarita” antes, vuelve a sangrar, porque no es el momento. Si cuidamos la herida, en un momento la “cascarita” cae, y por más que quede cicatriz, ya no duele como antes. Lo más importante es animarnos a atravesarlo, más que querer salir huyendo de él lo más rápido posible. Esto último en general es contraproducente.

¿Qué beneficios nos puede traer hacer una terapia psicológica?

El proceso terapéutico nos ayuda a poner en palabras todo ese dolor que sentimos, para ir elaborándolo. El duelo es ese proceso en el que mi cerebro entiende que esa persona que estaba ya no está más, y podemos rehacer nuestra vida y quienes somos más allá de quienes éramos con ese ser querido, con esa relación. Por eso, desde mi mirada es fundamental que podamos darnos el espacio de la terapia en ese momento para darle lugar a cada emoción, y para que nos escuchemos y validemos.

¿Se pueden articular las terapias tradicionales con las alternativas?

Si, por supuesto. De hecho, es lo conveniente desde mi mirada. Cuando estamos en un proceso de terapia, hay herramientas como el mindfulness, retiros vivenciales o constelaciones que complementan y colaboran con el proceso personal. Lo importante es que la persona pueda contar con su espacio personal en el cual volcar y resignificar lo vivido.

¿Por qué se recomienda tanto hacer actividad física en estos momentos de tristeza, dolor y angustia?

La actividad física incrementa la liberación de neurotransmisores del cerebro relacionados con el placer y el bienestar, como lo son la dopamina, la serotonina y la endorfina. De ahí la importancia de hacer ejercicio en cualquiera de sus formas, porque lo estamos ayudando a nuestro cerebro en su regulación emocional.

De hecho, muchos psiquiatras al momento de recetar antidepresivos indican también el ejercicio físico como complemento

¿En qué momento o cuáles son los indicios que nos pueden ayudar a sentir que estamos dejando esa situación de angustia y desesperanza?

Hay un momento en el que ese recuerdo del otro que antes era insoportable por el nivel de dolor empieza a ser tolerable, y hasta placentero. Volvemos a saber quiénes somos más allá de lo que perdimos. Es más, diría que nos reconocemos transformados ante esa pérdida, con sentido de vida y con proyectos. En ese momento podemos decir que el duelo se atravesó.

¿Es posible transformar el dolor en acción?

Yo creo que sí pero siempre con un proceso anterior. Por ejemplo: si te quebrás una pierna porque jugás al fútbol, cuanto mejor sea tu recuperación, mejor vas a volver a la cancha. Con el dolor emocional (“duelo” viene de dolor), pasa lo mismo. Necesitamos sanar la herida para volver a los dominios de nuestra vida transformados y esa es la función de todo duelo. Luego de ello, claro que el dolor es motor de grandes acciones trascendentales, que luego se ven plasmadas, en proyectos, en servicios, en resultados inimaginados antes.

¿Todas las personas tenemos recursos?

Creo firmemente en que cada persona puede crear los recursos para elaborar lo que le toque en su vida. Víctor Frankl, creador de la logoterapia, decía “Hay una libertad última que tenemos todos que es que actitud tomar frente a ello que nos toca, y eso no nos lo puede quitar nadie”. Es en esa libertad donde cada ser humano tiene la posibilidad de conferirle sentido a su vida, a su historia que es única e irrepetible. Y ello es con una mirada hacia adentro, mucho más que hacia afuera. Es decir, construir un vínculo de alianza con nosotros mismos.

¿Es posible volver a sonreír ante una pérdida de este tipo?

¡Claro que sí! De hecho, yo siempre cuento esto: yo no elegí que falleciera mi papá a mis 13 años, justo en mi cambio al secundario, con todas las crisis de la entrada a la adolescencia. Sin embargo, creo que en gran parte soy la mujer que soy por todo eso que viví. Y por supuesto que no lo elegiría, pero toda mi biografía toma sentido al darme cuenta que gran parte de mi valor en lo que perdí y pude transformar. Todos nos merecemos transitar los duelos de manera amable con nosotros mismos, pedir ayuda, tenernos paciencia, y en algún momento la sonrisa vuelve como trofeo a lo valiente que fuimos y todo lo que nos atrevimos a transitar.

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/lifestyle/como-afrontar-los-duelos-la-medicacion-no-anestesia-el-proceso-sino-que-permite-atravesarlo-de-nid03112023/

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