Generales Escuchar artículo

Carlos Tevez, de ídolo popular a técnico cerebral, siempre con los dramas de la sociedad en el centro de su figura

Carlos Tevez nació en Fuerte Apache, rodeado de miseria y sueños de esperanza. Nunca dejó de volver a su tierra, ni cuando se convirtió en una figura mundial, ídolo y millonario. Le fue muy bi...

Carlos Tevez nació en Fuerte Apache, rodeado de miseria y sueños de esperanza. Nunca dejó de volver a su tierra, ni cuando se convirtió en una figura mundial, ídolo y millonario. Le fue muy bien: emblema en diversos destinos mundiales, crack de selección, prócer no tan lejano de Boca. Ahora, con algunos malabares, saca del pozo existencial a Independiente, hasta hace poco tiempo caído en desgracia y haciendo cuentas para evitar el descenso.

Lo consigue (el Rojo está a un punto de River, líder de la Zona A con 16 puntos) con dosis que no tienen una relación directa con su pasado de guerrero (audaz, gambeteador, contracultural) sobre el campo de juego: es el conductor de un equipo disciplinado, táctico. Serio, silencioso, sin una sola figura. Lo consigue con trabajo: sólo a Apache se le ocurrió instalarse en un hervidero, luego de la salida del Ruso Zielinski y con los dirigentes fuera de escena. En el mientras tanto, entre lujos que seguramente disfruta por su historia en el fútbol (un deporte que navega en excesos económicos), juega fuerte.

Se refiere a las bajezas que desprende nuestra sociedad. En agosto de 2015, por ejemplo. Y hoy, ahora mismo. Sabe que sus palabras tocan ciertos factores de poder y pueden costarle alguna herida. La política, de un lado y el otro de la grieta. Sin embargo, Apache va al frente. Cuenta lo que vemos todos, como en su visita a una de las provincias más pobres de nuestro país, por un partido de la Copa Argentina.

“En Formosa el hotel donde paramos es de cinco estrellas. Es como que yo ponga un hotel de cinco estrellas en Fuerte Apache. La pobreza que hay en Formosa es muy grande. Me había impresionado muchísimo. Pasamos el paredón y de repente entramos al hotel... y era Las Vegas, con casino y todo. Salías de ahí y la gente se estaba cagando de hambre”, contó, ocho temporadas atrás.

En un nuevo encuentro televisivo con Alejandro Fantino, este sábado, fue más allá. El Apache contó que realiza trabajos de neurociencia en los entrenamientos del Rojo y que bajo condiciones de exigencia física les pide a los futbolistas que resuelvan ciertos cálculos matemáticos. Nada de otro mundo. Allí fue cuando advirtió: “Tres de los chicos que tenemos en el plantel de primera me dijeron que no sabían sumar ni restar”.

Allí fue cuando combinó dos de los factores que comprimen a nuestra sociedad: educación y la panza vacía. “Ahí está la pobreza. Lo podemos ayudar al chico con comida y un montón de cosas pero el estudio, que él se sepa defender, leer lo que está firmando, que no lo caguen...”, reflexionaba.

A los 39 años, toma apuntes del otro lado del mostrador. Independiente puede ser el despegue en su carrera como entrenador. Cuando no trabaja, recuerda su pasado. Y no maquilla la realidad. “Nunca fui para atrás, siempre voy para adelante. Pongo en juego mi carrera como DT en estos 13 partidos. Toda la responsabilidad es para mí. Prefiero que me puteen a mí. No se puede hablar de proyectos, hay que ganar. Hay que tirarse de cabeza para ganar”, contaba, mes y medio atrás, en su presentación.

Sus ocho partidos dirigidos se traducen en cuatro victorias y cuatro empates. El único fracaso de este corto ciclo fue la eliminación de la Copa Argentina frente a Estudiantes. En los 90 minutos, empató 1 a 1, pero en los tiros desde el punto de penal, no hubo equivalencias. El León se clasificó para los cuartos de final.

El triunfo ante Racing, un impulso en su ciclo

En la tabla anual, la que va a decidir el destino de Independiente, acumular 43 unidades, lo que lo ubica en el 16º lugar. Pese a que todavía no escapó del todo de la zona de descenso, ahor asuma 12 equipos por debajo. Potenció a buena parte del plantel. Y hasta trazó un balance de los tres mejores futbolistas de nuestro medio, con dos sorpresas. Una, de la zaga roja. “Tadeo Allende hace una diferencia grande, Laso defensivamente está en otro nivel y si te digo un mediocampista... el Colorado Barco”. El defensor central de 33 años que muchos insultaban en el Rojo es uno de los jugadores que Tevez recuperó.

En el reciente 0 a 0 con Argentinos, en la Paternal, buscó alejarse del centro de la escena. Otro punto de su carrera como DT: lejos de los grandes reflectores como cuando pateaba la pelota. Fue a un escenario hostil porque los hinchas le recuerdan la patada que terminó con la fractura de tibia y peroné de Ezequiel Ham. Hubo insultos de principio a fin.

“La gente habla por lo que vivimos injustamente ese día, son cosas de fútbol que pasan. Yo no me levanté y quise hacerle mal a un chico, fui, le pedí disculpas, me puse a disposición y no puedo hacer más. No se si siento pedir perdón por algo que pasó sin querer. Si tengo que pedir perdón pediría al hincha porque no tengo nada contra ellos, pero el futbol argentino es así. Si me putean, está bien, es lo que sienten, no puedo hacer nada, pero yo no tengo nada contra ellos”.

La comida es sagrada: la reacción de Carlitos sobre el cierre del partido.

📺 ESPN Premium | Suscribite al Pack Fútbol en https://t.co/7jYILYACXi pic.twitter.com/Ahfn08n0Kx

— SportsCenter (@SC_ESPN) October 8, 2023

A los 42 minutos del segundo tiempo, tomó del césped un pedazo de pan (un “librito” de grasa), arrojado por un fanático. Lo capturó, lo besó, lo dejó a un costado. Y siguió dirigiendo. Otro “gesto” de una situación que interpela a la Argentina, más allá de un personaje puntual. Apache, sin embargo, siempre recuerda aquellas noches. Como en una antigua charla con América TV.

“La puedo contar porque la viví. Uno ya salvado, retirado, es delicado hablar de este tema porque mucha gente está pasando esta situación. La puedo contar desde el lado de mi papá y mi mamá, no desde mi lado. Los que no comían eran ellos. Siempre cuento la de la tortilla en la mesa: llego a las 12 de entrenar, sabía que la estábamos pasando mal porque mi papá no estaba yendo a trabajar, no se levantaba a las seis de la mañana, estaba en casa todo el día… No tenía trabajo...”

“Llego y estaba la tortilla de papa envuelta en un repasador. Como y al otro día, mi mamá peleando con mi papá porque no tenían plata, no tenían para comer. Se me caían las lágrimas. Lo peor de la pobreza es que te lleva a sacar lo peor de vos, de nuestros padres, vos sos chico y no te das cuenta. Discutían todo el tiempo, me mandaban a pedir papa a mi tía y cebolla a mi abuelo, y empezabas a entender que faltaba la comida en casa. Y te hace mal. Te hace mierda la familia, la pobreza. Sentirte un inútil como padre y madre”.

Hoy analiza la situación desde otro lugar. Como entrenador, como formador de chicos que sueñan con ser como él en su etapa de jugador, que proyectan tener el mismo éxito deportivo. Pero todo va de la mano. La formación futbolística, física y táctica, necesita ir de manera paralela con el desarrollo humano y de estudios, Ahí es donde la ecuación puede romperse, cuando en medio de una práctica se pide una ecuación simple y la suma no sale. Se necesitan ambas evoluciones. Y, por lo que se vio mientras estuvo en Rosario Central y lo que plantea ahora en Independiente, es otro de los partidos que a Tevez le gusta jugar.

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/deportes/futbol/carlos-tevez-de-idolo-popular-a-tecnico-cerebral-siempre-con-los-dramas-de-la-sociedad-en-el-centro-nid10102023/

Comentarios
Volver arriba