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Calidad de vida: Tanto, tanto ruido

La construcción del edificio de al lado, las camiones y motos en calles y avenidas, esa alarma que suena todos los días, los bocinazos normalizados, el volumen de la música y las conversaciones ...

La construcción del edificio de al lado, las camiones y motos en calles y avenidas, esa alarma que suena todos los días, los bocinazos normalizados, el volumen de la música y las conversaciones en los eventos muy concurridos. El ruido implacable de la vida diaria es mucho más que algo molesto: tiene efectos duraderos en el cuerpo y es una amenaza poco reconocida para la salud.

Y ¿adivinen quién está entre las diez ciudades más ruidosas del mundo? Y sí, no hay un ranking que queramos perdernos. Aunque tiene una ley de control de contaminación acústica, la ciudad de Buenos Aires ocupa el puesto 9 del ranking con un promedio de 85 decibelios (dB), lo que equivalente a oír de manera permanente a un camión de la basura retirar los residuos o a una moto acelerar a siete metros de distancia de donde estamos. La recomendación general para la exposición al sonido es que no supere los de 70 dB durante 24 horas. Esos niveles de ruido extremo, al que a veces nos exponemos, no deberían superar los 85 dB durante una hora de duración. La música alta con auriculares a veces la escuchamos a 100 dB. ¿Cómo nos afecta? Más allá de una reacción de estrés inicial, el sistema nervioso simpático también responde a niveles altos de ruido, lo que puede aumentar la frecuencia cardíaca y hacer que aumente la presión arterial, según una nueva investigación de The New York Times, que cita un estudio del Hospital General de Massachusetts. La exposición constante a niveles de ruido altos pone al cuerpo en riesgo de hipertensión e inflamación, lo que puede conducir a enfermedades del corazón. Estos altos sonidos activan la amígdala, o el centro de procesamiento emocional del cerebro, activando la respuesta de estrés del cuerpo.

Lo que hay fuera de la zona de cumplimiento

Además, los altos niveles de ruido impactan en la cantidad y calidad del sueño de las personas, lo que afecta desde el estado de ánimo y la productividad, hasta la salud física y el riesgo de enfermedades crónicas. Adicionalmente, la pérdida de audición tiene implicaciones para el trabajo. Las personas con pérdida auditiva tienen más probabilidades de ser menos productivas y subempleadas o desempleadas, según estadísticas de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) de EE.UU. Para abordar los efectos nocivos del ruido en el cerebro y el cuerpo en las ciudades más afectadas, se requieren políticas estatales para mitigar y legislar el sonido. Algunos ejemplos pioneros son Suiza, que tiene “horas tranquilas”, mientras que París tiene “cámaras de ruido” que prueban qué tan ruidosos son los vehículos en las calles.

Y claro, también está lo que cada uno de nosotros puede hacer. Aunque no podemos todos los días darnos un “Shinrin Yoku”, que es el baño de bosque de la tradición japonesa, que tiene múltiples beneficios, sí podemos tomar descansos intencionales de la exposición al ruido permanente. Cuanto más larga sea la exposición a niveles de sonido inseguros, más dañinos serán los efectos. Por lo tanto, los expertos recomiendan limitar la duración de la exposición al ruido fuerte. Si bien el ruido de donde se vive, desde las calles, construcciones y hasta las vías del tren, no es algo que pueda controlarse, hay hábitos diarios más pequeños en los que podemos enfocarnos. Buscar bares y restaurantes tranquilos, invertir en cerramientos acustizados, cerrar las ventanas del automóvil para eliminar parte del ruido ambiental al conducir, elegir auriculares de alta fidelidad y con cancelación de sonido. En el caso de asistir a eventos muy ruidosos, se puede optar por usar protección sonora por momentos o hacer “breaks”, moviéndonos de espacios. En un presente tan ruidoso, es útil saber cómo y cuándo nos conviene bajar el volumen.

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/economia/negocios/tanto-tanto-ruido-nid01072023/

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