Tal como se esperaba en una definición, los primeros minutos de la final de la Copa Libertadores entre Boca y Fluminense no estuvieron caracterizados por un fútbol de alto vuelo ni un gran volumen de ocasiones de gol, sino por estudio recíproco, a sabiendas de que se puede pagar muy caro el mínimo error. En medio también hubo inevitables lapsos de tensión, ninguno tan polémico como el que protagonizaron el defensor xeneize Nahuel Valentini y el enganche tricolor Paulo Henrique Ganso.

Cuando corrían 27 minutos, el conjunto argentino dispuso de un córner, y en uno de muchos encontronazos en el área, el habilidoso volante pasó una mano por la cara del joven central. La reacción del número 15, sin embargo, fue mucho mayor: Valentini le propinó un cabezazo al cuello, con el que tumbado a Ganso.

La jugada siguió y concluyó con una falta que frenó un contraataque del equipo local. El juego se detuvo mientras los árbitros del VAR revisaban la acción, a medida que varios jugadores de Fluminense pedían la expulsión al defensor. Sin embargo, el chequeo terminó rápidamente, y la jugada se reanudó sin que se sancionara infracción. Por ende, tampoco hubo tarjeta alguna.