Atlético de Madrid venía de dos golpes duros. La goleada sufrida ante Valencia había sido catalogada por Diego Simeone como el peor partido en sus casi 12 años de gestión. Tres días más tarde, el debut en la Champions League volvió a darle otro golpe al mentón. No tanto por el resultado, un 1-1 ante Lazio en Roma, sino porque la igualdad del equipo italiano se produjo con un impecable cabezazo del arquero Iván Provedel a los 50 minutos del segundo tiempo.

Tenía trabajo el Cholo para reconstituir el ánimo de su tropa. Nada que desconozca, ya que el entrenador argentino es un especialista en insuflar confianza, sepultar el pasado y focalizarse en el partido siguiente, lo único importante. Y el compromiso que el calendario le ponía por delante era nada menos que el derbi de Madrid. Contra un Real Madrid que llegaba al estadio Metropolitano con un 100 por ciento de eficacia en los cinco cotejos por la Liga de España y en la primera jornada de la Champions. Fue un examen aprobado para el Atlético, con una victoria por 3-1, construida desde el primer minuto y con suficientes merecimientos durante el resto del partido. “Lo importante es que el equipo recupere el espíritu, las ganas de jugar”, expresó Simeone.

Simeone, por trayectoria y logros, ya es leyenda en el Atlético. Este domingo llegó a los 40 derbis como entrenador, con 11 triunfos, 14 empates y 15 derrotas. Si alguien cree que es una estadística floja, basta con compararla con lo que fueron los 40 derbis anteriores a la llegada del Cholo: tres éxitos, 11 igualdades y 26 caídas.

Desde el comienzo, el Atlético se sacudió los últimos pesares, no le dio lugar a los complejos. Con un esquema 5-3-2 (sin Rodrigo De Paul, que se recupera de un desgarro), impuso el ritmo y desbordó al rival por las bandas para ponerse en situación de definición dentro del área. Por la derecha, Nahuel Molina se proyectaba y le ganaba el duelo a Fran García, que pasó un calvario toda la noche, señalado por sus compañeros porque nunca cerraba en los centros que llegaban desde el sector opuesto.

Por la izquierda, el Atlético encontró en el brasileño Samuel Lino a un interesante sustituto para cubrir la función de carrilero que era de Yannick Carrasco, que tentado por los petrodólares se fue al fútbol de Arabia Saudita. A los 4 minutos del primer tiempo, Lino, con un preciso centro, le puso la pelota en la cabeza a Álvaro Morata, autor del 1-0. Fue el prólogo del festín que se haría el Atlético con los envíos aéreos a los amplios espacios que quedaban entre los zagueros centrales Alaba y Rudiger.

Real Madrid no encontraba el hilo del juego con Kroos y Modric, difuminado en la función de enganche. Bellingham y Rodrygo también eran controlados. El Atlético funcionaba de manera cohesionada en lo colectivo, con rendimientos individuales destacados en Griezmann, Saúl y Morata.

El 2-0 llegó con la misma fórmula, aunque cambiaran los intérpretes: centro desde de la izquierda de Saúl y gol de cabeza de Griezmann, con toda la defensa del Madrid desacomodada. Tras el partido, Simeone tuvo palabras elogiosas para el francés: “Griezmann no tiene dificultad en defender, retroceder, sufrir, en jugar el tipo de partido que toque en cada momento. Es uno de los jugadores más importantes. Riquelme, Lino… los jóvenes deberían copiar este tipo de cosas”.

El derbi tenía un solo equipo en el campo, pero el Madrid rara vez capitula sin dar la cara. Tiene un largo historial de resurrecciones. Los grandes jugadores aparecen en las situaciones complicadas, y eso hizo Kroos, al enganchar de zurda ante un rival y definir con un remate de derecha desde fuera del área. El descuento animó al conjunto de Ancelotti; pudo haber empatado en una acción polémica, con un gol de Camavinga que no fue convalidado por un off-side de Rudiger, que no había tenido incidencia en la acción previa. Modric protestó y fue amonestado.

El atisbo de reacción visitante fue sofocado por el Atlético antes de que se cumpliera el primer minuto del segundo período. Calcó el método de los dos goles anteriores: centro desde la izquierda de Saúl y cabezazo de Morata para el 3-1. Surgido en la cantera de Real Madrid, Morata fue ovacionado al ser reemplazado a 10 minutos del final. Con la camiseta de Real Madrid disputó cinco derbis, sin goles; mejor le va con la del Atlético: tres tantos en siete clásicos. Un buen momento que también se refleja en la tabla de goleadores de la Liga, donde comparte el primer lugar con Bellingham y Robert Lewandowski, todos con cinco.

En la rueda de los cambios, Ancelotti sumó un delantero de área (Joselu) y reemplazó a dos de los puntos flojos, los laterales Vázquez y Fran García, por Nacho y Mendy. El desarrollo fue más parejo y Real Madrid apretó en ataque, pero le faltó serenidad y precisión en las ocasiones que dispuso, además de un par de atajadas de Oblak. Atlético quedó perfilado para el contraataque y especuló con la desesperación adversaria.

En los últimos 10 minutos ingresó Ángel Correa, que nunca se molesta por ser suplente y siempre tiene algo para aportar al equipo. Le dio una muy buena asistencia a Depay y en tiempo de descuento recibió una durísima entrada de Bellingham, que recibió una tarjeta amarilla que bien pudo ser roja. “Creo que debió ser expulsión”, expresó Simeone.

En el Metropolitano se terminó cantando “ole, ole, ole” ante una sucesión de pases, mientras Simeone agitaba los brazos para levantar aun más al estadio. Fue un triunfazo del Atlético, que pese a los últimos golpes demostró estar bien de la cabeza, de donde salieron los tres goles para quedarse con el derbi.