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Alerta en grupos de padres: “Agregaron a mi hijo a un grupo de WhatsApp donde comparten videos sexuales tremendos, muchos con nenes”

A Luz el mensaje le llegó a través de su hermana. Era un audio de WhatsApp de un minuto 34 segundos. Llevaba la leyenda “Reenviado muchas veces” y durante la semana pasada circuló con fuerza...

A Luz el mensaje le llegó a través de su hermana. Era un audio de WhatsApp de un minuto 34 segundos. Llevaba la leyenda “Reenviado muchas veces” y durante la semana pasada circuló con fuerza en grupos de madres y padres de estudiantes de colegios privados de Zona Norte (Tigre y Pilar), todos cercanos entre sí. Decía así:

“Hola chicas, les mando este mensaje para que revisen los celulares de sus hijos. A Bruno hace unos días alguien lo agregó a un grupo en WhatsApp: él en su momento lo silenció y hoy se despertó viendo que tenía más de 2.000 mensajes. Justo estaba conmigo. La verdad es que ni miró qué mensajes había, eran como 400 personas en el grupo y le dije: ‘No sabés ni quién está’. Y salió. A la noche, como estaba muy lento su celu, mi marido se lo pone a revisar a ver qué era lo que lo estaba haciendo tan lento y empieza a encontrar millones de videos sexuales, tremendos, muchos con nenes. Y cuando empieza a mirar, ve que se descargaron todos de WhatsApp, pero como él eliminó el grupo no podemos ver quién mandó los mensajes. Bruno vio que había varios chicos que eran compañeros suyos, así que les aviso para que revisen y si pueden encontrar incluso el número de quién mandó todos esos videos y denunciarlo, porque son videos tremendos, muchos con chicos menores de edad”.

Tras escucharlo, Luz se quedó helada. El audio iba acompañado con una captura de pantalla donde podía verse el nombre del grupo del que hablaba aquella madre. Lo primero que hizo fue ir a hablar con su hijo, Baltasar, que tiene 12 años: “¿A vos te metieron en un chat muy grande, que se llama así?”, le preguntó. “Ah sí. Me metieron y se me puso superlento el teléfono. Había como 1000 personas y me fui”, respondió el preadolescente.

“Le pregunté si había visto el contenido y me dijo que no, pero realmente no sé si creerle”, cuenta Luz, quien se quedó muy preocupada con toda la situación. “Después, varias mamás del colegio me contaron que a sus hijos también los habían agregado”.

No se trata de un episodio aislado. De hecho, a 5 de cada 10 chicas y chicos de entre 9 y 17 años los agregan sin su consentimiento, de “manera intempestiva, repentina y violenta”, a grupo de WhatsApp donde circula pornografía de personas adultas e, incluso, material de abuso sexual de niñas, niños y adolescentes, la mal llamada “pornografía infantil”. El dato quedó expuesto en un informe publicado recientemente por Grooming Argentina, que reúne 5.557 testimonios de chicas y chicos de todo el país. Entre las aplicaciones más usadas por las chicas y los chicos, WhatsApp (77%) encabeza la lista.

“Desde 2020 venimos advirtiendo acerca de este mecanismo”, sostiene Hernán Navarro, abogado y fundador de Grooming Argentina. Explica que detrás de estos grupos de WhatsApp hay adultos que, luego de agregar a los chicos y de exponerlos a ese material, “los coaccionan y amenazan, obligándolos a que hagan o toleren algo contra su propia voluntad”. En general, los pedidos suelen vincularse con el envío de más imágenes o videos de índole sexual, o con amenazas como “si no me transferís plata, les cuento a tus padres lo que viste”. Esta última, dice Navarro, es una modalidad nueva que se fue instalando: “Estamos viendo mucho cómo el crimen sexual se corre al crimen financiero”.

Para contextualizar la problemática, el especialista pone el foco en otros datos alarmantes arrojados por el informe de Grooming Argentina:

A 1 de cada 4 niñas, niños y adolescentes les piden fotos desnudos cuando chatean en sus dispositivos electrónicos y, en el 70% de los casos, quienes les solicitan las imágenes son desconocidos. Estos pedidos de material de índole sexual se dan, frecuentemente, bajo los nombres de “packs” de fotos o “nudes”.6 de cada 10 chicas y chicos hablan frecuentemente en la red con alguien desconocido. Por otro lado, 2 de cada 3 conversaciones entre niños y personas desconocidas son sexualizadas.“Me asusté mucho”

El grooming es un ciberdelito que se da cuando un adulto contacta a una niña, niño o adolescente a través de internet y, mediante la manipulación o el engaño, logra que realicen acciones de índole sexual. Es una de las formas de violencia sexual y un delito penal que puede darse a través de cualquier medio digital, incluido WhatsApp.

“Hoy, en la Argentina, las niñas y los niños tienen su primer celular en promedio a los 9 años. A este dato significativo, debemos sumarle que en promedio pasan conectados seis horas diarias en el entorno digital”, afirma Navarro.

Volviendo a Luz, cuenta sobre el impacto que le causó saber que su hijo había sido agregado a aquel chat: “Me asusté mucho y me quedó muy presente la duda de si llegó a ver esas imágenes, porque claramente no está preparado ver ese contenido, menos si involucra a otros niños”.

Según psiquiatras y psicólogos infantojuveniles consultados por LA NACION, los chicos están empezando a consumir pornografía desde edades cada vez más tempranas, incluso a partir de los 8 años. El impacto que les produce es enorme y, sin una intervención temprana y adecuada, puede producir efectos a corto, mediano y largo plazo, ya que su cerebro no está maduro como para recibir ni procesar ese tipo de información.

Sin embargo, cuando el contenido al que están expuestos no es pornografía sino material de abuso sexual de niñas, niños y adolescentes, el cimbronazo es muchísimo mayor. “Es todavía más traumático y sumamente violento”, advierte la psiquiatra infantojuvenil del Departamento de Pediatría del Hospital de Clínicas, Silvia Ongini. “No sólo no tienen la madurez para procesar eso que están viendo, que son imágenes de sometimiento de chicas y chicos a la sexualidad adulta, sino que es más fácil para ellos sentirse espejados, identificados o representados en esas víctimas por su edad. En resumen, la proximidad de la identificación empática es más grande y, por ende, la vivencia de poder estar en riesgo de que eso les ocurra”.

En esa línea, Victoria Gándara, psicóloga y cofundadora junto con Ongini del Centro de Prevención del Abuso Sexual en la Infancia (Cepasi), agrega: “Me parece fundamental que madres y padres tomen conciencia del impacto que esto puede tener para los chicos, ya que muchas veces no hay noción y se le resta importancia”.

Una de las cosas que le dijo Baltasar a Luz cuando su madre le advirtió sobre los contenidos que circulaban en esos grupos, la dejó sin palabras. El preadolescente, que está en primer año del secundario, le restó importancia y le contó: “Pero mamá, hay un chico de mi colegio que está en sexto grado que todo el tiempo manda cosas así: videos de sexo con nenes”. Para ella eso fue lo más preocupante de todo: “Me pareció gravísimo que supiera que un chico de su escuela compartía ese material y que no me hubiese dicho nada”.

Respecto a qué puede llevar a un niño a compartir imágenes y videos de otros chicos siendo abusados sexualmente, Ongini responde: “Que haya un alumno de 6° grado que no solo tenga ese material sino que lo comparta, nos alerta, en primer lugar, de que para tener acceso tuvo que ser cooptado por un adulto, que dispone de esas imágenes y que se las está compartiendo. También muestra que muy probablemente en la casa, en el mejor de los casos, ni siquiera saben qué uso hace de los dispositivos, y que evidentemente él lo ve como algo tan natural, o está tan cooptado que se siente cómodo y quizás hasta ‘importante’ compartiéndolo con otros niños. Me pregunto hasta qué punto estos no son canales de naturalización de la erotización de la infancia: es decir, del apropiarse del cuerpo de niñas, niños y adolescentes”. Por eso, prevenir, detectar e intervenir a tiempo, subraya la especialista, es fundamental.

“Son adolescentes y no me cuentan nada”

Con frecuencia, Luz busca hablar con sus hijos de los cuidados que tienen que tener en las redes sociales. “Pero la verdad es que son adolescentes varones y no me cuentan nada. Creo que les da miedo pensar: ‘Ya veo que le cuento a mi mamá que vi esto, me saca el teléfono y la termino ligando yo’”, cuenta.

Gándara considera fundamental que los adultos no pierdan de vista que “la virtualidad ocupa una gran cantidad del tiempo de las chicas y los chicos”, y que, por ende, lo que ocurre en las redes sociales y en Internet necesariamente debe ser incluido en las conversaciones cotidianas de la familia: “Así como les preguntamos ‘qué hiciste hoy en el colegio’, podemos preguntarles ‘con quién chateaste hoy’, por ejemplo. Es decir, que se instale como tema de conversación. Lo virtual es real y tiene un impacto enorme en la vida de niñas, niños y adolescentes”.

Para generar espacios de diálogo, la especialista sugiere empezar desde edades tempranas (antes de la adolescencia, que es un etapa crucial), y “dejar de lado los prejuicios y los juicios de valor, para que ellos puedan contar abiertamente y con tranquilidad lo que les pasa”. Recomienda que, en caso de que los padres se enteren de algo que les preocupa, les pregunten directamente, por ejemplo: “Me compartieron un audio donde advierten sobre estos grupos de WhatsApp, ¿te pasó alguna vez que te sumaran a alguno?”.

“Se pueden hacer las preguntas pero es importante que no vengan ni con un reto ni con juicio de valor, porque eso hace que la comunicación termine instantáneamente. Sugiero que sean abiertas para que ellos puedan contar sin estar pensando que en cuanto contesten algo, los van a castigar. Es decir, acercarnos con preocupación genuina, abiertos y tratando de escuchar y entender lo que los chicos tienen para decir, hablando del tema para después conversar acerca de los riesgos o lo que deben tener en cuenta”, señala la psicóloga. Que los padres y las madres estén informados acerca del funcionamiento de las redes sociales, los juegos y las aplicaciones que utilizan las chicas y los chicos, también es crucial “para que las alertas vengan en base al conocimiento”.

Respeto a la exposición a la pornografía o a imágenes de abuso sexual, Ongini subraya: “Nadie elegiría que sus hijos exploren su sexualidad viendo esos materiales. La clave está en hablar, dialogar y explicarles sin asustar que hay material que no muestra una sexualidad que es expresión del afecto, del descubrimiento de la mutualidad y del sujeto, sino todo lo contario. Hay que transmitirles que si reciben este material, que no duden en pedir ayuda”.

“Es clave configurar el WhatsApp”

Con respecto al uso de WhatsApp en particular, Navarro señala: “Es importantísimo que padres, madres, niñas, niños y adolescentes configuren de manera correcta su WhatsApp para que ninguna persona ajena a sus contactos, y por ende desconocida, los incorpore a determinados grupos con el único fin de vulnerar su integridad física, emocional y sexual”.

Indica que para ello debemos ir a la parte superior de nuestra página principal, en Android los “3 puntitos” que están en el margen superior derecho, en iOS clickear en “configuración”, posteriormente “cuenta” y luego configurar en la opción “grupos”, “mis contactos”, destildando la opción predeterminada “todos”. “De esa forma vamos a evitar que una persona desconocida agregue sin consentimiento a las niñas, niños y adolescentes a grupos de manera virulenta y sean las chicas y chicos quienes dispongan del control al aceptar quién sí y quién no”, dice Navarro.

También es importante activar el “doble factor de autenticación” que ofrecen las plataformas y que en el caso de WhatsApp se encuentra en “ajustes”, posteriormente “cuentas” y luego “verificación en dos pasos”. “Recientemente hemos visto situaciones en las cuales los delincuentes sexuales con habilidades informáticas ‘hackean’ los dispositivos de las infancias, tomando posesión de las cuentas de WhatsApp y acosando sexualmente al entorno de la víctima, poniéndose el victimario al mismo tiempo como ‘administrador’ de los grupos para mantener el control”, concluye Navarro.

Más informaciónHablemos de abuso sexual: en esta guía de Fundación La Nación podés encontrár más información sobre dónde pedir ayuda y señales de alerta.Grooming Argentina: desde la ONG crearon una aplicación mediante la cual se puede denunciar casos de grooming con solo apretar un botón. De esa forma, se remite a una línea de Whatsapp que es atendida las 24 horas, activándose un protocolo de actuación, acompañamiento legal y psicológico. Entre sus programas de prevención, ofrecen capacitaciones gratuitas sobre el uso seguro de Internet en escuelas y otras instituciones, tanto para docentes como para estudiantes. Se puede consultar escribiendo a contacto@groomingarg.orgCepasi: trabaja en la concientizar acerca del abuso sexual en niñas, niños y adolescentes. Junto con el Hospital de Clínicas de CABA y con el apoyo de Red por la Infancia, invitan al “Primer Congreso Interdisciplinario de Salud y Justicia: la urgencia de articular prácticas con perspectiva de infancias para el abordaje de la violencia sexual contra niñas, niños y adolescentes”. Es gratuito y se realizará el 6 de octubre en dicho hospital. Las inscripciones son por mail escribiendo a congresocepasi@gmail.com. Para más información se puede visitar su Instagram.

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/comunidad/alerta-en-grupos-de-padres-agregaron-a-mi-hijo-a-un-grupo-de-whatsapp-donde-comparten-videos-nid18092023/

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