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Agustín Canapino, en la última función del año en IndyCar y con un premio de 910 mil dólares

La mágica aventura llega a su episodio final. IndyCar ya consagró al catalán Álex Palou (Chip Ganassi Racing) como su monarca en Portland, pero el espectáculo no se detiene y, en particular, p...

La mágica aventura llega a su episodio final. IndyCar ya consagró al catalán Álex Palou (Chip Ganassi Racing) como su monarca en Portland, pero el espectáculo no se detiene y, en particular, para Agustín Canapino. El arrecifeño se trepó a una montaña rusa al abandonar el confort que le ofrecía el automovilismo argentino y encaró el desafío de experimentar en los autos de fórmula, en circuitos que alternaron entre autódromos, urbanos y óvalos y ante rivales que surfearon en la Fórmula 1 o desandan varios capítulos en una de las categorías más exigentes del planeta… La función de cierre lo descubre envuelto entre múltiples sensaciones: la satisfacción por no desentonar ante la exigencia y las motivaciones de superar los límites. El Titán encarará la última fecha, en Laguna Seca (California), con un doble reto: establecer un nuevo mejor clasificador final y terminar el año entre los 22 mejores autos para alzarse con una recompensa de 910 mil dólares.

El futuro de Canapino en IndyCar todavía es una incógnita, como lo señaló en la última visita a la Argentina el ingeniero Ricardo Juncos, propietario de Juncos Hollinger Racing, la estructura que alimentó el sueño y sustenta la presencia del arrecifeño en la categoría. El pensamiento del team manager es imaginar lo que viene sin el apoyo que brindó Inprotur, a través de Visit Argentina, porque los tiempos no coinciden con la necesidad de perfeccionar un presupuesto para 2024. El piloto intenta abstraerse de esa situación de intranquilidad que lo envuelve y enfocarse en la carrera en Laguna Seca para cumplir con metas que no se trazaron, pero que asomaron alcanzables con el desarrollo de la temporada.

Para Canapino todo fue nuevo, dinámico, avasallante por pasajes. Desde un circuito al auto, la aerodinámica, los compuestos de los neumáticos, la desbocada potencia del motor, el trabajo con múltiples ingenieros. Y el desenlace lo tiene expectante, entre el logro deportivo y el premio económico. El puesto 12° es el mejor clasificador que enseñó el Titán en el calendario, una posición que logró en el estreno en San Petersburgo (Florida), pero también en el debut en los óvalos (Texas) y cumplió por tercera oportunidad en el callejero de Toronto. En Laguna Seca y con la última bala del año en la recámara intentará convertir al circuito californiano en un aliado en su deseo de superación y dejar en el olvido la reciente experiencia en Portland, donde un despiste lo dejó vacío, cuando intentaba progresar e involucrarse entre los mejores 15 de la carrera.

“Un error de mi parte en apretar con las gomas frías hizo que me despistara. Mis disculpas a todo el Juncos Hollinger Racing, que hizo un gran trabajo en los boxes y con la estrategia, pero no pudimos lograr la recompensa”, comentó con un dejo de amargura Canapino. La salida de pista y el abandono complicó las aspiraciones de obtener la recompensa económica que entrega IndyCar a los 22 mejores autos del año, que no siempre se refleja en las posiciones del campeonato. Canapino asoma 22°, pero como el premio corresponde a las máquinas y no al piloto su posición en esa tabla retrocede, porque hay autos que tuvieron a más de un conductor en el año.

En el Leaders Circle, el Titán quedó a cinco puntos de la última plaza. ¿Quiénes son los rivales contra los que pulseará el arrecifeño? Devlin DeFrancesco (Andretti Steinbrenner Autosport), Juri Vips (Rahal Letterman Lanigan) y Tom Blomqvist (Meyer Shank Racing). Dos de los cuatro pilotos obtendrán el premio y dos se marcharán con los bolsillos vacíos. A excepción de DeFrancesco, los tres restantes son rookies, y entre ellos Canapino es el que más participaciones tuvo en el calendario: el Titán compitió en todas las fechas, mientras que Vips –el estonio fue parte de la escuela de talentos de Red Bull Racing, de donde fue expulsado luego de una expresión racista- y Blomqvist -completará el año, aunque ya tiene confirmado su asiento para 2024- llevan una y dos carreras, respectivamente.

Una producción sólida podría resultar un espaldarazo para el futuro deportivo. En épocas en las que se definen los presupuestos y quiénes ocuparán las butacas en 2024, Canapino hace cálculos que reflejen en resultados lo que significó la aventura y así atraer a empresarios para que se involucren en un segundo capítulo de un proyecto que irrumpió con fuerza como si se tratara de un sueño alocado, pero al que la adaptación y el nivel del piloto convirtió en realidad.

Mark Miles, el CEO de IndyCar, y que estuvo en Termas de Río Hondo, enciende la ilusión para el próximo año: “Imaginar una carrera internacional, sin puntos, en América Latina, probablemente en Argentina, el próximo año al final del calendario”, respondió en una entrevista con el periodista Adam Stern, de Sport Business Journal. La presencia de un piloto argentino en la grilla sería el detalle para aglutinar a los fanáticos del automovilismo nacional y de los países limítrofes, y ahí es donde talla la figura de Canapino, que deshoja la margarita, a la espera de patrocinadores que ofrezcan un nuevo empuje para repetir la aventura.

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/deportes/automovilismo/agustin-canapino-en-la-ultima-funcion-del-ano-en-indycar-y-con-un-premio-de-910-mil-dolares-nid07092023/

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