Boca está cayendo 1-0 en la Bombonera, ante Lanús, y ya se juega nada menos que la segunda mitad: no hay margen de error. El reloj avanza y marca que ya se han superado seis minutos y medio, mientras la pelota vuela en dirección a la defensa xeneize. En el lugar en el que pronto caerá, ya está perfilado un frío chico de 18 años que no había tocado la pelota y en ese ratito previo había caminado todo el ancho del campo de la Bombonera sin parar de refregarse los ojos con su brazo ante tanta emoción por entender que ingresaría en el entretiempo y haría su debut con la camiseta azul y oro: Aaron Anselmino también tenía fría la mente, la bajó sin temores y, apretado por el veloz Pedro De La Vega, lo hizo pasar de largo con un engañoso gesto de su cuerpo que le permitió una gran salida limpia. Su carta de presentación tiene un título claro: aplomo.

De hecho, fue un sábado agitado, pero lleno de felicidad para el joven que sopló las últimas velitas en abril y es oriundo de Bernardo Larroudé, localidad de la provincia de La Pampa: dos horas antes del inicio del encuentro, la institución había comunicado en sus redes sociales la firma del primer contrato con el zaguero, con el cual estará ligado desde ayer y hasta diciembre de 2027.

Con 1,86 metro de altura y un porte físico importante, su imagen se asemeja a la de Marcos Rojo, a excepción de que Anselmino es diestro: justamente, hace diez días jugó el encuentro de reserva frente a Arsenal acompañado del exdefensor de Manchester United, que busca retornar tras la rotura de ligamento cruzado. En esa jornada fue visto por Jorge Almirón y a los pocos días lo sumó a algunos entrenamientos del plantel profesional.

Rápido, fuerte, criterioso en cada decisión. Así empiezan a describir al pampeano, aunque la de anoche fue su primera experiencia, el camino es largo y se verá cuál es su techo. No obstante, en Boca empiezan a verlo con una gran proyección. Y el técnico se desvivió en elogios durante la conferencia de prensa, luego del 1-1 agónico por el gol de Darío Benedetto.

“Le tocó debutar a un chiquito que lo hizo realmente muy bien. Parecía que tenía 200 partidos encima. Entrar a la cancha de Boca y jugar cómo jugó, la verdad es que no es fácil”, destacó la personalidad del debutante. Mientras que explicó por qué, ante tantas bajas por lesión (de hecho, ingresó por un tocado Bruno Valdez), pensó en él como opción de auxilio: “Hay algunos que están jugando en primera, como él, que ni siquiera están en el plantel. A él lo vi en algún entrenamiento porque, a veces, suben a jugar con nosotros. Ahí vi que hizo algunas jugadas. Después lo vi haciendo la dupla con Rojo y me sorprendió. Lo que hizo hoy (por ayer) fue lo normal en él, más allá de la juventud que tiene”, prolongó el halago.

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Aaron arribó a Boca en 2012, con siete años, por lo que realizó el extenso camino de formación de manera prácticamente completa. De hecho, no lleva demasiado tiempo en la reserva, pero desde que apareció su apellido se tornó muy conocido en ese submundo de las juveniles. Tampoco era fácil el contexto de la derrota: harta de algunos nombres que fueron titulares, la derrota que era parcial al momento de su ingreso fue el motivo suficiente para que la hinchada empezara a meter presión sobre los suyos para que consiguiera la paridad inmediata.

Cuando en la Bombonera se canta “Movete, Xeneize, movete”, no es un buen síntoma. Y se ha escuchado mucho en los últimos meses. Aun con ese panorama, el chico terminó siendo la figura de un partido parejo, sin demasiadas emociones: con solidez, firmeza y sin equivocaciones, su rendimiento en 45 minutos terminó estando por encima, por ejemplo, de lo hecho por Facundo Roncaglia (ayer jugó de lateral), Valdez y Nicolás Valentini, todos centrales como él.

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La gente también marca ese pulso: rugió cuando Anselmino, a los 17 minutos del complemento, mostró su potencia de piernas al momento en el que, quizás, quedó parado demasiado atrás de sus compañeros y permitió la posición habilitada tanto de De La Vega como de Franco Orozco, dos extremos veloces, pero se repuso al alcanzar la corrida del último y hacer un cierre fenomenal al límite del área. “¡Bieeeen!”, explotaron las tribunas. Y el portador de la camiseta N°50 fue tomando más confianza.

“Hoy le tocó debutar a un chico joven, que la verdad lo hizo muy bien. Vienen jugando varios y eso es importante, que el técnico los tenga en cuenta para que estén preparados cuando tengan que entrar”, también le repartió buenas sensaciones nada menos que Benedetto. Hay algo claro: lleva tan poco tiempo con ellos que, evidentemente, se les dificulta recordar tanto su nombre como su apellido. De lo que no se olvidan es de la fuerte versión que le vieron.

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Es que, desde su ingreso, terminó siendo el jugador de la cancha que más duelos ganó (cinco), cuatro de ellos por abajo y sin la necesidad de su altura, y fue el que más gambeteó (dos) en un partido muy cerrado. Como dato adicional, apenas erró un pase de los 31 que intentó. Estadísticas que, muchas veces, no terminan diciendo nada, pero todo toma una trascendencia mayor si se habla de un debut, sus 18 años y la presión de ingresar en medio de una derrota como local.

“Hay cosas muy positivas del trabajo que se está haciendo en inferiores. Es muy importante. Por eso me pone muy contento lo de este chico, realmente tiene muchas condiciones. Más allá de que hoy recién fue el debut. Es bueno técnicamente, es rápido, tiene buen pase. Hay muchas condiciones en él, pero necesita tiempo. Apareció ahora, pero lo hablé con él en estos días: como tiene muchos grandes por delante, probablemente haya jugado hoy y después tenga muchos partidos en los que baje a la reserva. Es parte del proceso que tiene un jugador. Lo noto un chico muy sano, bastante correcto y creo que tiene un gran futuro”, ocupó Almirón otra respuesta para exponer la satisfacción de apostar por su estreno: es el primer juvenil que el actual DT pone en la primera, ya que se la jugó por Valentín Barco, pero Miguel Ángel Russo fue el que le dio su primer partido, en 2021.

Un chico más que se viste de azul y oro. Se retiró del campo igual que como ingresó: secándose las lágrimas, pero ahora con los abrazos de algunos referentes, que lo felicitaron. Almirón prefirió no mentir y avisó que pudo haber sido algo casual, más allá de los elogios. No obstante, el hincha ya tendrá muy presente su imagen.