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“Permiso no escrito”: en una tradicional cooperativa buscan un fin más allá de lo económico y explican cómo es su plan

Esta semana se realizó la entrega de los premios a la Excelencia Agropecuaria, edición XXI, de LA NACION y Banco Galicia. En una noche a pura emoción donde se distinguieron los mejores del campo...

Esta semana se realizó la entrega de los premios a la Excelencia Agropecuaria, edición XXI, de LA NACION y Banco Galicia. En una noche a pura emoción donde se distinguieron los mejores del campo, la Cooperativa Guillermo Lehmann se llevó el galardón de Oro. Entre las particularidades que mencionó Gonzalo Turri, director ejecutivo, está la propuesta de valor que brinda el cooperativismo, que tiene que ser más amplio y apuntar a mejorar la calidad de vida de las comunidades y el medioambiente.

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La cooperativa, con sede central en Pilar, Santa Fe, tiene 72 años de trayectoria, se dedica a la consignación de hacienda vacuna, acopio y comercialización de granos. También industrializa y vende alimento balanceado para bovinos, además de comercializar agroinsumos, combustibles y seguros.

“La génesis de la Cooperativa Guillermo Lehmann tiene que ver con 2500 asociados que ocupan fundamentalmente el centro norte de la provincia de Santa Fe”, comenzó a decir Turri, luego de ganar el premio de la categoría Mejor Gestión Sustentable, donde estaba ternada con Genética del Este y Grupo María Elena.

“El premio tiene que ver con un aliciente, es como todo reconocimiento: un 50% de alegría y 50% responsabilidad. Es una alegría, que se convierte en una caricia al alma de todos los que intentamos todos los días dar lo mejor de cada uno de nosotros. Es una responsabilidad porque todo premio, reconocimiento, es una vidriera. Hay un lugar para que la gente te audite desde otro lugar. Ahora así como tenemos una mitad de reconocimiento, de alegría, la otra mitad es responsabilidad para acreditarlo todos los días”, expresó.

Turri sostuvo que este galardón es un mensaje para el movimiento cooperativo, una construcción colectiva de muchas personas que deciden trabajar de modo asociativo. “Para construir cosas en la vida siempre necesitamos de otras personas. Este reconocimiento es una forma de reconocer el trabajo junto a otros”, indicó.

La cooperativa pertenece a dos cooperativas de segundo grado: ACA y Uncoga, , donde estas, a su vez, confluyen en un cooperativismo de tercer grado, es decir, Coninagro. Hoy tiene un staff de colaboradores entre empleados permanentes y no permanentes de 480 personas.

“Nosotros, como propuesta de valor y marca, el objeto social de la cooperativa es hacerle hacer buenos negocios al socio. A partir de esto queremos transformarnos en el socio estratégico del productor agropecuario para mejorar su empresa, ayudar a mejorar el entorno. Esto tiene que ver con mejorar la calidad de vida de las comunidades donde residen los socios de la cooperativa”, indicó.

La cooperativa tiene nueve sucursales, pero, además, cuenta con 12 locales de remates ferias y presencia en otras localidades. “La propuesta de valor es un tanto mezquina si solo queda en lo económico, tenemos que relacionarnos de la mejor manera con las comunidades y cuidando el medio ambiente. De allí aspiramos a tener una gestión sustentable más armónica que cuide el triple impacto, convencidos de que si lo hacemos vamos a ser una empresa más atractiva. Si somos una organización más empática vamos a tener un diálogo armónico con esas comunidades y de ahí podemos tener chance de tener licencia social, que es el permiso no escrito que las comunidades les dan a las empresas y a las instituciones para que podamos desarrollar nuestra actividad. En esa licencia social que no solo sea de la cooperativa per se sino ayudar a construir licencia social para cada una de las empresas socias de la cooperativa que se quieran sumar a este viaje de la búsqueda de licencia social”, puntualizó.

Impacto económico y la sequía

La cooperativa, que está ubicada en una cuenca lechera por excelencia, explicó, tiene una característica de empresa agropecuaria mixta: tambo y agricultura, ganadería y agricultura. “En esa zona de establecimientos agropecuarios mixtos, el impacto de la sequía se amortiguó de otra manera. El tambo ha permitido atemperar los ciclos financieros de las empresas y sobrellevar, en ocasiones a partir de la liquidación de capital por la liquidación de hacienda, las oscilaciones financieras. La sequía, sumado a la macroeconomía, le ha pegado este resultado adverso, pero el tipo de empresa agropecuaria de nuestra zona lo ha sobrellevado mejor que otras regiones”, contó.

A las cooperativas también las trastoca la coyuntura económica del país, explicó Turri. “Como a tantos otros actores de la economía, el gran déficit que tiene la Argentina, entre otras cosas, es el deterioro de valor de activos por el proceso inflacionario. La inflación es un impuesto perverso que deteriora en la noche lo que uno fue capaz de construir durante el día. Eso le ha pegado al sector agropecuario, a la cooperativa como empresa, agravado por la realidad de la sequía. Nuestro sector, en una zona de economía mixta, cuando aparecen las versiones del dólar soja y maíz, ha hecho que los tamberos que no tenían alimento salgan a comprar y los costos se disparen”, dijo.

Las decisiones de políticas macroeconómicas de tener precios controlados, contó, hace que los precios de la leche y sus derivados no acompañen los procesos inflacionarios. ”Cuando hay que pagar alquileres por la disparada en el precio de la soja, los precios aumentan. Aumentan los costos y los ingresos, no acompañan los procesos inflacionarios”, cerró.

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/economia/campo/permiso-no-escrito-en-una-tradicional-cooperativa-buscan-un-fin-mas-alla-de-lo-economico-y-explican-nid18112023/

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