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“Amo lo que hago”: empezó a puro sacrificio como cabañero y tuvo un debut soñado en una competencia

OLAVARRÍA.- Cuando el jurado, en medio de la pista, señaló y eligió a su “Petaca” como Tercer Hembra en su categoría, en la 44º Exposición Nacional Angus de Primavera el cabañero Ángel...

OLAVARRÍA.- Cuando el jurado, en medio de la pista, señaló y eligió a su “Petaca” como Tercer Hembra en su categoría, en la 44º Exposición Nacional Angus de Primavera el cabañero Ángel Aguilera, que observaba desde la tribuna, no pudo contener la emoción.

En un llanto desconsolado, miró al cielo y pensó para sus adentros que el premio era “fruto del sacrificio”. Enseguida, a este hombre, de 53 años, oriundo de Sierra de los Padres, se le vino a la memoria el enorme recorrido que tuvo que hacer junto a su familia para estar participando de la muestra por primera vez.

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Era el debut soñado. Por nervios y un poco de inseguridad de principiante, Aguilera no quiso entrar a pista a Petaca para “no cometer errores y no desperdiciar tampoco el trabajo anterior” y se la dio a un amigo que “sabe mucho” para que la presente.

Su historia comenzó a sus 25 años cuando le propuso a Don Romualdo, su padre, dejar de ser lechero y comenzar a criar vacas. Sin tener ninguna relación con la actividad, entusiasmó a su familia para que lo acompañen en el emprendimiento ganadero.

“Mi pasión por las vacas nació de chico, mi abuelo era encargado de un campo y cada vez que podía iba a visitarlo en los veranos y ayudarlo en las tareas. Mi padre era lechero, compraba leche en los tambos y la repartía en carro en el pueblo. Cuando pudimos acceder a una chacra de 24 hectáreas, le dije de comprar unos terneros y darles de comer”, cuenta a LA NACION.

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Y, “como jugando”, comenzaron a engordar esa hacienda. Con el tiempo fueron creciendo un poco más, hasta que llegaron a un techo, donde ya no podían meter más animales por la escueta superficie de su establecimiento. “Entendí que la única manera posible de seguir creciendo era con genética, como valor agregado. Y me entré entusiasmar en eso”, dice.

Primero, hace cinco años, compró una vaca de pedigree, después un toro y luego una vaquillona. Y, en ese devenir, empezó a codearse con propietarios de grandes cabañas que le dieron una gran mano para arrancar. Hace tres años decidió ser socio de Angus y crear su cabaña a la que llamó “Don Romualdo”, en honor a su padre: “Soy de un espíritu un inquieto, muy observador y me fui interiorizándome, preguntando y aprendiendo en las distintas exposiciones a las que iba”.

Y este año ya se animó a competir con los grandes. “Queríamos tener una experiencia y me ilusioné. Esta ternera que obtuvo el premio, es un embrión de la cabaña Don José, de Mammoliti, que la tenemos a medias”, detalla. Para el cabañero, el logro obtenido es más que un tercer puesto, es la recompensa de un enorme esfuerzo familiar: “A esta ternera la vi nacer, la crié de chiquita y la preparé yo junto a mi hijo Julián”.

En la actualidad, su cabaña tiene 10 madres y un toro padre. Hace inseminación y compra cuando puede algún embrión. También tiene algunas hembras PC y ahora quiere comenzar a hacer algunos toros para vender en la zona.

Lo único que quiere Aguilera ahora es disfrutar el logro al menos por un tiempo, siente que fue una gran lucha. “Mis viejos que hoy ya no están conmigo me ayudaron para llegar. Es muy fuerte porque somos muy chiquitos. Aunque es una pasión, esto es trabajar de lunes a lunes, sin horarios, bañar, dar de comer, cuidar también las vacas generales y tantas otras cosas. Yo soy de trabajo, honradez y darle para adelante, que fue lo que me inculcó mi padre. Hoy no está conmigo pero sé, aunque era poco expresivo, que estaría orgulloso de lo que logré. Mi madre que era de fierro, también hubiese estado muy feliz”, se emociona a flor de piel.

Es hora de pegar la vuelta y regresar al pago. Allí lo espera Julián que se tuvo que volver antes para las tareas diarias, porque “las vacas no saben de descanso”. “Quiero crecer pero, sobre todo, dejarle un legado a mis hijos. Lo económico no me interesa, solo quiero que tengan pasión por el trabajo que realizan. Yo amo lo que hago, lo llevo adentro y lo disfruto cada día de mi vida”, finaliza.

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/economia/campo/ganaderia/amo-lo-que-hago-empezo-a-puro-sacrificio-como-cabanero-y-tuvo-un-debut-sonado-en-una-competencia-nid22092023/

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